A tus pies
A tus pies, arde mi corazón
A tus pies, entrego lo que soy
¡Cristo! Cuan agradecidos estamos por tu amor manifestado a nuestras vidas. ¡Cristo! Tu gracia abundante hace que mi espíritu pronto entienda tu generosidad. Que tu interés siempre estuvo en recuperar lo que se había perdido. Que aún no escatimaste tu posición como Hijo de Dios, el Verbo que dio existencia a todo y por quien todo subsiste, sino que te hiciste hombre, cumpliste la ley que ningún hombre podía cumplir, pusiste un nivel más alto, la abrogaste otorgando por gracia una nueva relación del Padre con el hombre.
No dudaste en constituirte en ese sacrificio perfecto ante el Padre, por causa de nuestro pecado. No dudaste en hacerte siervo y modelar tu amor por los demás, hasta ser sacrificado en la cruz. Una de las muertes más humillantes y terribles, pero no lo dudaste, tu amor dimensionado en la eternidad, para ceder tu lugar de unigénito para ser el primogénito, y constituirnos como tus hermanos. ¡Eso es amor! ¡Eso es servicio! ¡Ese eres tú, mi Cristo!
...
Arde mi corazón en gratitud, por tanto amor y entrega. Arde mi corazón con pasión y adoración permanente. Arde mi corazón con compromiso y permanente obediencia a tu propósito eterno. Arde mi corazón al entender todo lo que hiciste por mí, cuando yo estaba muerto en mis delitos y pecados. Arde mi corazón por tanta generosidad. Arde mi corazón por tanto amor.
De plan de lectura Devocional
"No hay lugar más Alto".
Comentarios
Publicar un comentario
Cuéntanos cómo Dios ha bendecido tu vida por medio de estas reflexiones.